Homilías Dominicales del Ciclo A




domingo, 19 de diciembre de 2010

María Santísima, Virgen y Madre


Liturgia de la Palabra en el

Cuarto Domingo de Adviento

(Ciclo A)

23 de Diciembre de 2007

R.P. Dr. Alfredo Sáenz, SJ

(Audio 25' 36")



Anunció el profeta Isaías la unión misteriosa y magnífica entre la Virginidad y la Maternidad: "Una virgen concebirá y dará a luz un hijo..." (Is 7,14), profecía que se cumple en María Santísima, Virgen y Madre por excelencia, en cuyo seno purísimo se unen en cruz, la estirpe de David, que horizontalmente entronca al Redentor con la historia humana, y el Espíritu Santificador que viene de los alto.

La virginidad, transposición del amor humano al amor Divino hoy tan burlada, es una de las grandes virtudes de María Santísima; de modo que nos referirnos a ella como "La Virgen".
No obstante, en la Anunciación se destacan otras dos de sus virtudes: La humildad y la magnanimidad:
  • La humildad, virtud mariana que más enamoró a Dios de tal modo que dice el Magníficat: "miró la humildad de su esclava", es el fruto de nuestra relación con Él, de quien hemos recibido todo lo que tenemos y sin el cual nada somos. Es un vaciarse de si mismo para llenarse del Señor; de modo que el vacío perfecto de la humildad de María, provocó el vértigo de Dios que se abaja y la llena plenamente hasta la última célula, anidando su Omnipotencia en la impotencia de ella.
  • La Magnanimidad, virtud propia de las almas grandes, nos invita a las obras magnas sin opugnar a la humildad; pues quien esté más lleno de Dios dará mayores frutos.
María Santísima, que canto en el mismo himno "hizo en mí grandes cosas", desposó estas dos virtudes cuando en el seno de la Virgen Corredentora comenzó la más grande hora de la Historia: la Salvación.
Pidámosle que, así como preparó la humilde cuna de Belén con las pajas del pesebre, prepare nuestra pobre alma para que pueda en ella recostarse dignamente el Cristo eucarístico.

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Ilustra esta entrada: Imagen de Ntra. Sra. de la Esperanza que se venera en el Santuario de Onda, Pcia. de Castellón, Valencia. Nótese que el Sol de 32 rayos, que en esta imagen manifiesta a Jesucristo escondido en el seno purísimo de la Virgen a punto de dar a luz, es el mismo que alumbra desde la Bandera Nacional de la República Argentina.

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